El auge de las importaciones redibuja el panorama de la construcción en el país

La apertura del mercado a insumos del extranjero volvió a cobrar protagonismo en el sector inmobiliario argentino. Con costos internos elevados, poca previsibilidad y escasa financiación, la posibilidad de traer materiales de afuera ofrece una vía concreta para replantear la manera en que levantamos nuestras obras. Integrar tecnologías y productos globales puede modernizar el sistema constructivo sin sacrificar identidad ni calidad.
La Plata, 22 May (Por InfoGEI).-Los componentes de terminación —griferías, porcelanatos, luminarias, carpinterías y cocinas modulares— suelen absorber entre 30 % y 50 % del presupuesto de un proyecto. Al abrir la puerta a proveedores de China, Turquía o Vietnam, esos rubros ya exhiben rebajas del 20 % al 40 %. El resultado: desarrollos más eficientes, mayor margen para los constructores y precios finales más accesibles para el comprador.
La combinación de insumos importados con mano de obra y recursos locales podría acelerar la entrega de viviendas de calidad, sobre todo para los segmentos medios y populares, donde el tiempo de ejecución y el ajuste del presupuesto son claves. El desafío es adaptar los diseños, priorizar la eficiencia energética y evitar esquemas que choquen con la tradición constructiva nacional.
Mientras algunos ven en este proceso una amenaza para la industria argentina, otros lo interpretan como una inyección de dinamismo en un sector alicaído. Quienes sumen insumos internacionales y sostengan altos estándares tendrán ventaja. Los que no se modernicen corren el riesgo de quedar relegados en un mercado cada vez más exigente.
En plazas como Miami, la vivienda prefabricada importada —proveniente de Asia— ya es una opción corriente: reduce plazos hasta un 60 % y abarata costos más de un 30 %. En la Argentina aún persisten trabas normativas, la cultura del ladrillo y cuestiones logísticas, pero una nueva camada de desarrolladores explora modelos mixtos.
Proveedores y fortalezas por región
El abastecimiento global se diversifica con opciones, cada una con ventajas específicas que permiten ajustar diseño, calidad y presupuesto según cada proyecto, por ejemplo:
China: Porcelanatos, griferías, cocinas modulares, luminarias, kits de casas prefabricadas. Ventajas: precio ultra competitivo y variedad masiva.
Turquía: Cerámicos, griferías, revestimientos. Ventajas: buena relación precio-calidad y diseño europeo.
Brasil: Perfiles de aluminio, pinturas, cables, yesos. Ventajas: proximidad logística y acuerdos regionales.
España/Italia: Luminarias, grifería, sanitarios de alta gama. Ventajas: calidad y diseño premium.
Vietnam/Malasia: Pisos vinílicos, mobiliario modular, LED.
Ventajas: alternativas económicas emergentes.
La globalización de la construcción ya es una realidad
La cuestión no es si conviene importar, sino cómo hacerlo de forma estratégica: seleccionando los materiales adecuados, manteniendo estándares y protegiendo el empleo local. Frente a la urgencia de construir más y mejor, abrirse al mundo —sin perder las fortalezas nacionales— parece ser el camino.
En definitiva, la globalización de la construcción ya es un hecho. La discusión no pasa por si conviene importar, sino por cómo hacerlo de manera estratégica, cuidando los estándares, adaptando tecnologías y garantizando que este cambio estructural no erosione el empleo local ni la calidad constructiva.
Construir más y mejor es una urgencia, y para lograrlo necesitamos mirar al mundo sin perder de vista nuestras propias fortalezas.
El autor, Gerardo Feldman, es arquitecto y fundador de Tribeca Group (InfoGEI)Ac